Había una vez un campesino que vivía en un pueblito muy lejano a la civilización, este campesino se llamaba Pedro, se dedicaba al campo y le pagaban apenas unos cuantos centavos al día que no le alcanzaban ni para darle de comer a su numerosa familia. Tenía una esposa y 11 niños, al regresar de un arduo día de trabajo a su modesta cabaña donde lo único que tenían era una pequeña mesa y 4 sillas, en donde no les alcanzaba para sentarse todos, veía a sus 11 hijos con las miradas perdidas para ver si su padre el día de hoy les podría llevar un poco de alimento. Y así era todos los días sin ningún cambio.
Un día como todos, regresando del trabajo Pedro decidió ir al mercado del pueblo para ver si alguien le podría dar algún trabajo para ganarse un poco mas de dinero. Ese día Pedro estuvo de suerte, un comerciante le pidió que le ayudara en unos quehaceres, al término de estos Pedro se gano lo suficiente como para comprar un pavo. Pedro muy contento fue y se lo compro, de camino a su casa, empezó a ver las caras de sus hijos hambrientos y pensó que si llegaba con su pavo, todos sus hijos se lo comerían y podría disfrutarlo agusto. Por lo tanto decidió irse al bosque y comérselo el solo...
Llego al bosque y busco donde no fuera visto ni nadie lo molestara. Encontró una confortable sombra bajo un árbol y ahí se sentó. Empezó a comerse su pavo con mucha alegría como nunca en su vida lo había hecho, sin las miradas hambrientas de sus hijos... cuando ya llevaba la mitad, escucho a lo lejos unos pasos, este era un trabajador que le pedía un poco de agua y de su pavo, pero como Pedro estaba convencido de que no le convidaría a nadie le dije que se fuera porque no le daría nada. Siguió comiendo y llego otro hombre, y lo mismo le pidió un poco de agua y de su pavo, pero Pedro otra vez no acepto el hombre empezó a platicar con él:
- Hombre: Si me das de tu pavo te recompensare
- Pedro: ¿qué gano yo con que te de una parte de mi pavo?
- Hombre: Te daré un frasco, que contiene un líquido milagroso con el cual podrás sanar a todas las personas que tú quieras, pero lo tienes que cuidar mucho y no dar a cualquiera.
Pedro muy sorprendido de aquel hombre y sus ofertas acepto rápidamente, tomando la botellita con el líquido milagroso y se fue a su casa.
Paso el tiempo y no tuvo la necesidad de ocupar la botellita, un día la mujer de su compadre se puso muy enferma, y el doctor del pueblo no sabía lo que tenia, así pasaron los días y la mujer se ponía cada vez mas mala, solo esperaban ya su muerte, cuando Pedro se decidió a intentar curarla dándole una gota de su botella milagrosa. Llego con su compadre y le pidió que lo dejara a solas con su mujer, cuando nadie lo veía, le dio una gota de su botellita y se fue. Al otro día en la mañana el compadre muy temprano llego a darle las gracias a Pedro que su mujer se había recuperado milagrosamente. Se corrió la voz en todo el pueblo y se volvió muy famoso. Toda la gente iba a verlo desde diferentes pueblos para que los sanara.
Esto convirtió a Pedro en una persona muy importante en su pueblo y en los alrededores. Jamás les volvió a faltar comida en su casa, y ni tuvo que volver a trabajar. Pero se le había olvidado una parte importante que le había dicho aquel hombre que le regalo la botellita. Que no les diera gotas milagrosas a todas las personas que quieran. Así paso el tiempo pero Pedro pensó que no se le acabaría nunca de su agua milagrosa. Hasta que un día solo le quedo para un gota, y decidió guardarlo. Al poco tiempo que paso esto llego una fuerte epidemia al pueblo, donde toda la comunidad se enfermaba y no sabían que tenían, todos corrían a ver a Pedro, pero él no sabía ya que hacer porque solo le sobraba 1 gota. Con esta epidemia su mujer y uno de sus hijos enfermaron gravemente. El no sabía qué hacer, si curar a su hijo o a su esposa. Pero cuando estaba decidido a sacar su botellita para intentar curar a los dos dando pequeñas cantidades se dio cuenta que ya se habían evaporado. Entonces muy enojado salió corriendo hacia el bosque y se sentó a llorar bajo el mismo árbol donde se había encontrado aquel hombre.
Sentado empezó a pensar que si no les hubiera dado las gotas a todas las personas que llegaran a verlo en esos momentos de epidemia hubiera podido salvar a más gente con enfermedades mortales. De pronto el mismo hombre que se encontró esa vez y le dio la botellita. Regreso ese día dándole otra oferta.
- Hombre: te dije que no ocuparas las gotas en personas que no lo necesitaran en realidad. Porque si no te ibas a arrepentir algún día.
- Pedro: yo pensé que no se me acabaría el agua, ni que lo fuera a necesitar para alguien de mi familia.
- Hombre: te propongo algo
- Pedro: Esta bien, dime. Solo con que salves a mi mujer y a mi hijo.
- Hombre: yo salvo a tu mujer y a tu hijo, solo si me dejas llevarte conmigo.
Pedro temeroso, sin sabes que hacer, le dijo que aceptaba aunque no sabía a dónde lo llevaría aquel hombre misterioso.
- Pedro: acepto iré contigo, solo si salvas a mi mujer y a mi hijo
Esa misma tarde Pedro murió bajo la sombra de ese árbol, en medio del bosque, solo para salvar a su esposa e hijo.